Una planificación exitosa nos conduce a transformar nuestras metas en logros. Nos permite contar con un plan de acción detallado y visualizar de antemano los beneficios que obtendremos al lograr nuestros objetivos.
Ciertamente esto no significa que tengamos el éxito asegurado al primer intento. Sin embargo, ante un imprevisto o un resultado indeseado, una planificación bien hecha, nos permitirá identificar con mayor facilidad los eslabones débiles en nuestro curso de acción. En escenarios de cambio constante, como los que nos tocan atravesar, una buena planificación funciona como brújula y permite que el trabajo colaborativo del equipo sea protagonista.
Una planificación correcta establece prioridades, asigna responsables a las diferentes tareas que enumera, establece un marco temporal y asigna recursos eficientemente. Es así como podemos motivarnos a la acción concreta: sin improvisar, a la vez que podemos gestionar el riesgo previendo posibles escenarios problemáticos y analizando soluciones alternativas en cada caso.